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Xvième Colloque de ls SIS, 15 – 17 juillet 1999

La Mujer Maltratada a La Luz Del Modelo Szondiano.

JORDI BACHS Y ALFONSO ALARCÓN.

UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA Y UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

Es natural condición de mujeres desdeñar a quien las quiere y amar a quien las aborrece

Cervantes

Resumen

Este trabajo tiene por objeto el estudio de la mujer maltratada mediante la teoría y el test de Szondi. En base al modelo szondiano ofrecemos los primeros resultados de la investigación que estamos llevando a cabo con un grupo de mujeres maltratadas: analizamos detenidamente las configuraciones vectoriales obtenidas con el test y el perfil de personalidad que de ellas se obtiene, tomando como referencia normativa la notable investigación hecha en Navarra por Soto Yárritu. Las características psicológicas del perfil, pasividad, conservadurismo, dependencia, represión y negación, permiten hacer una hipótesis sobre el conflictivo vínculo afectivo de la mujer maltratada con individuos violentos y agresivos, y sobre la elección afectiva que le precedió.

El maltrato conyugal

A todas luces el fenómeno del maltrato conyugal ha cobrado una especial resonancia en la sociedad moderna. Los datos actuales relativos a víctimas del maltrato físico alcanzan valores que han producido y producen alarma social. Desde el ámbito de la psicología, el tratamiento teórico dado al problema ha sido plural, e incluso divergente cuando no contradictorio, con predominio de argumentaciones básicamente descriptivas que pretenden explicar el problema. Nosotros nos preguntamos sobre el proceso previo al maltrato, es decir, el de la elección afectiva de pareja, a partir de los descubrimientos szondianos sobre la dinámica de la elección humana. Creemos importante estudiar los mecanismos que actúan en este proceso (encuentro, atracción) y cómo intervienen en la formación del vínculo afectivo, que en algunos casos deviene extremadamente doloroso y destructivo.

Creemos que el maltrato conyugal o de pareja debe situarse ante todo en el contexto general de la agresividad humana y de los trastornos que conlleva la vida en común a causa de las pulsiones humanas de agresión y autodestrucción (Freud, 1968). La experiencia y los datos publicados en innumerables trabajos nos dicen que se trata de un fenómeno universal, tanto geográfica como temporalmente, y se manifiesta independientemente de factores transculturales. En este sentido no parece que pueda afirmarse que sea un triste privilegio de un determinado grupo social.

Un hecho sorprendente y paradójico es a menudo la actitud de ciertas mujeres hacia su agresor, llegando a límites inexplicables de tolerancia, perdonando una y otra vez las agresiones, retirando denuncias interpuestas, justificando incluso la agresión ajena como expresión de amor. Parece existir ante la agresión una tendencia, no necesariamente exclusiva de la mujer, que desde una perspectiva psicoanalítica podría equipararse al mecanismo defensivo de la negación. El agredido ignora y niega paradójicamente el desmán y los atropellos sufridos. Incluso se habla, en relación con dicha tendencia, del síndrome de la mujer maltratada, que se caracteriza por la indiferencia, pasividad y falta de habilidad de la mujer en utilizar los recursos sociales para afrontar el problema. Parece como si la mujer maltratada tendiera a actuar en beneficio del agresor y de su impunidad, manteniendo el vínculo legal y afectivo con él, a pesar de las graves consecuencias que de ello se derivan. No ignoramos, evidentemente, los componentes económicos y sociales que han condicionado y condicionan aún a veces el mantenimiento de tal relación de sometimiento, pero existen casos que parecen escapar a tal interpretación y plantean serios interrogantes.

Muestra de estudio y resultados

La muestra de estudio es de 10 mujeres que en sus relaciones de pareja han sufrido malos tratos; se trata pues de un grupo de mujeres maltradadas (MM). Ocho de ellas han sufrido malos tratos de tipo físico y todas ellas de tipo psicológico. A cada una de ellas, además de la entrevista clínica, se ha aplicado el test de Szondi unas ocho veces por término medio, dando lugar a 76 observaciones en total.

Aunque es evidente que la metodología szondiana privilegia ante una problemática probablemente psicopatológica un análisis preferentemente clínico, caso por caso, aquí y ahora analizaremos los resultados del grupo en su conjunto con el objetivo de establecer el perfil que lo caracteriza, comparando dichos resultados tanto con el grupo normativo (1000 húngaros adultos sanos) de Szondi (1955), como con el grupo normativo (750 habitantes adultos sanos de Navarra) de Soto Yárritu (1953). Nuestra hipótesis de trabajo es simple: creemos ante todo que el modelo szondiano nos permitirá conocer la dinámica conflictiva subyacente a la relación de maltrato, revelando signos testológicos específicos y diferenciales de nuestro grupo clínico de estudio. En cuanto a los datos normativos, utilizaremos obviamente los de Soto, por tratarse de una población española, pero vale la pena señalar “la inesperada coincidencia de la frecuencia media de los navarros con la de los húngaros en 62 de 64 cuadros vectoriales” (Szondi, 1970, p.398). Las pocas diferencias significativas deben atribuirse, según Soto, a factores educativos, religiosos y culturales (mayor índice de fidelidad, d- m+, en la Navarra de los años 50, que en la población húngara). Una última observación: de las 16 combinaciones posibles entre las reacciones a los dos factores de cada vector (+, -, 0, ± ), solamente consideraremos en nuestras tablas los porcentajes superiores al 5% por considerarlos los más significativos de nuestro grupo experimental. Esto representa para cada vector el porcentaje siguiente de reacciones grupales: Vector Sexual, 82,1%; Vector de Contacto, 69,3%; Vector Paroxismal, 73,2%; y Vector del Yo, 70,6%.

Vector S

El Vector Sexual es muy importante en el estudio de nuestro grupo donde se han producido y se producen trastornos y conflictos que afectan el area sexual y afectiva. El análisis de las reacciones vectoriales, que presentamos en la tabla 1, se refiere básicamente a la relación dialéctica entre Eros (factor h) y Thanatos (factor s), es decir, entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte, o en otras palabras, entre ternura y agresividad, componentes esenciales de la sexualidad humana.

Tabla 1. Vector Sexual. Porcentajes de las configuraciones vectoriales > 4%

h s

VECTOR S: Perfil del Primer Plano

Szondi

Soto Yárritu

Alarcón-Bachs

Difer. AB-SY

+ -

13,3

13,0

42,3

29,3

+ +

16,7

33,2

16,7

-16,5

+ ±

6,0

9,6

15,4

5,8

+ 0

18,6

13,6

7,7

-5,9

Configuraciones

+ - Es la más frecuente en nuestro grupo de estudio, con un % tres veces superior al grupo normativo de Soto. Es signo de pasividad total en las personas que dan esta reacción. Si la tendencia es hipertrofiada (s-?) hay que sospechar inclinaciones masoquistas, de sumisión absoluta, lo cual ocurre en 4 de las 10 mujeres maltratadas (MM) de nuestra muestra. La hipertrofia en el factor s se halla, en efecto, concentrado en 4 casos, con un 33% de reacciones, razón por la cual dichas personas pueden ser considerados “masoquistas” con toda probabilidad.

+ + Sexualidad adulta normal, sana, (16,5% más frecuente entre la población normativa de Soto).

+ ± Sexualidad normal, pero teñida de pasividad y masoquismo (5,8% más frecuente en nuestro grupo).

+ 0 La necesidad de ternura se expresa de modo infantil (5,9 más frecuente en Soto).

En el PCE (tabla 2) la configuración + - del Vector S se repite en una proporción significativa (20,5%), lo cual significa que la característica pasivomasoquista se halla firmemente asentada en las mujeres que presentan esta convergencia. También aparece la configuración contraria a la anterior (- +), signo de sexualidad agresiva latente, no resuelta ni elaborada, que en algunos casos se tranforma en su opuesto de cara al exterior (pasividad, masoquismo) o en actividades sociales y humanitarias (sadohumanismo). Es el caso de una mujer de nuestro grupo que dedica una gran parte de su vida al cuidado de su padre, lo cual genera conflictos con la madre que fue la primera en maltratarla, mucho antes que el propio marido de la afectada.

Tabla 2. Porcentajes de las configuraciones vectoriales > 5% del PCE

Vector

Perfil Complementario Experimental. Resultados Alarcón-Bachs.

S

+ -

20,5

- +

16,6

+ 0

12,8

0 –

11,5

0 0

7,7

- -

6,4


C

- +

16,7

+ +

12,8

+ 0

12,8

+ -

11,5

- 0

10,3

0 0

7,7

± 0

7,7

P

- 0

19,2

+ -

14,1

+ 0

10,3

- +

9.0

- -

7,7

± -

7,7

± 0

6,4

Sch

- +

16,7

- ±

14,1

- -

12,8

+ ±

10,3

0 ±

10,3

0 +

9,0


Vector C

Podemos observar en los resultados de la Tabla 3 que destacan tres configuraciones por encima del resto aunque se diferencian poco de las de Soto. En todas ellas la notación de m es +, lo cual indica carga en el factor de la dependencia y de la oralidad, aquel que hace que los individuos se agarren a los objetos afectivos de forma dependiente y pasiva.

Tabla 3. Vector de Contacto. Porcentajes de las configuraciones vectoriales > 5%

d m

VECTOR C: Perfil del Primer Plano

Szondi

Soto Yárritu

Alarcón-Bachs

Difer. AB-SY

0 +

17,6

27,6

29,5

1,9

- +

9,8

26,4

18

-8,4

+ +

9,4

10,0

15,4

5,4

+±/±+

1,8 / 3,6

3,0 / 2,4

6,4

3,4 / 4,0

Configuraciones

0 + carencia de interés por la búsqueda de nuevos objetos.

- + conflicto y rechazo de la pulsión de contacto, más frecuente en Soto. Tanto ésta como la anterior reacción corresponden a un tipo de personalidad pasivo dependiente.

+ + más frecuente en nuestro grupo, esta reacción se repite en el PCE y es indicativa de contacto disperso, doble o pluralista. El sujeto manifiesta la necesidad de vivir en contacto con dos o varios objetos, como es el caso de personas que oscilan entre homosexualidad y hetero sexualidad.

+ ± / ± + Reacciones tritendenciales más frecuentes en nuestro grupo. La primera indica ambivalencia o inseguridad en relación con el objeto antiguo, lo cual impulsa a buscar un objeto nuevo. Es característico del estado depresivo. La segunda, en cambio, indica apego al objeto antiguo y duda en la búsqueda de uno nuevo.

Vector P

Observamos en la Tabla 4 que las dos primeras reacciones son casi idénticas al grupo normal de Szondi y ligeramente inferior al de Soto.

Tabla 4. Vector Paroxismal. Porcentajes de las configuraciones vectoriales > 5%

e hy

VECTOR P: Perfil del primer Plano

Szondi

Soto Yárritu

Alarcón-Bachs

Difer. AB–SY

+ -

23,2

28,2

24,4

-3,8

0 -

16,1

20,6

15,4

-5,2

- -

8,5

11,6

14,1

2,5

± -

4,3

8,6

10,3

1,7

0 ±

5,6

1,8

9,0

7,2

+ - Signo de conformidad social y control emocional, formación reactiva contra - + (9%) y - 0 (19,2%), presentes en el PCE de nuestra muestra. En el trasfondo de la personalidad existen, pues, pulsiones agresivas, cainíticas, no elaboradas, ocultas por la máscara superficial del Dulce Abel (6 de los casos de nuestra muestra).

0 - Tendencia al ocultamiento de las emociones, especialmente las sexuales.

- - / ± - Porcentajes ligeramente más elevados en nuestro grupo y convergentes en el PCE. La primera reacción indica represión afectiva, con sensación de ansiedad y opresión. La segunda, frecuente en sujetos neuróticos, indica angustia de culpabilidad ante el dilema ético odio – reparación.

0 ± Finalmente, esta reacción, 7,2% más frecuente en nuestro grupo, expresa el dilema moral que en la clínica suele manifestarse con quejas histeroides.

Vector Sch

El vector del Yo es muy importante tanto desde el punto de vista teórico, psicoanalítico, como en patología clínica, ya que la esquizofrenia, enfermedad mental típicamente humana, afecta al yo. Con este vector Szondi introduce en su sistema las grandes cuestiones del ser y tener, y los procesos psicológicos de identificación, proyección, participación e introyección.

La tabla 5 muestra que el grupo de MM da la reacción – 0 un 25,7% más frecuente que en Soto, porcentaje que se invierte en la reacción - -, diferencias importantes que debemos interpretar.

Tabla 5. Vector del Yo. Porcentajes de las reacciones vectoriales > 5%

k p

VECTOR Sch: Perfil del Primer Plano

Szondi

Soto Yárritu

Alarcón-Bachs

Difer. AB - SY

- 0

7,7

12,8

38,5

25,7

- +

8,8

9,8

14,1

4,3

- -

32,1

36,2

10,3

-25,9

+ 0

3,9

0,8

7,7

6,9

Configuraciones

- 0 Signo de represión. El yo aleja de la conciencia las representaciones indeseables (p0) y desvaloriza (k-) los objetos investidos primitivamente. Es decir, el yo niega cualquier expresión del deseo, la satisfacción del cual sólo se conseguirá a través del síntoma. Característico de la neurosis, este perfil es característico –entre otros problemas clínicos- de los individuos con trastornos sexuales, con sentimientos de inferioridad. Destaquemos el porcentaje elevadísimo del grupo de MM.

- + En esta reacción, que encontramos reforzada en el PCE de nuestro grupo (16,7%), k también es negativa, lo cual significa que el yo continúa vetando e inhibiendo el deseo que aquí tiende a manifestarse (p+). El sujeto tiene el sentimiento penoso de ver frenado su impulso y de ser anormal, menos dotado que los demás. Es un perfil que clínicamente también se encuentra en los casos de trastornos sexuales. Notemos, sin embargo, que no es raro que los sujetos fuertemente inhibidos se liberen alguna vez de golpe, brutalmente, rechazando las barreras que les constreñían anteriormente.

- - Es el perfil del yo adaptado, domesticado, que en la población normal de Soto aparece un 25,9% más frecuente. El yo inviste al Otro de omnipotencia (p-). El Otro es y tiene el Falo. Es el Otro quien desea. Yo no quiero nada de lo que el otro desea. El perfil k- p- es típico del hombre del montón (Alltagsmensch), falto de creatividad e iniciativa, “adaptado, mediocre, sin entusiasmo y sin ilusión, domado, trabajador rutinario, puntal del orden establecido” (Szondi). Destaquemos que nuestro grupo solamente da un 10,3% de reacciones de este tipo. Esto significa que un porcentaje elevado de MM no proyecta (p-) sus deseos y tendencias destructivas en el Otro. Se trata de personas hipoparanoicas que carecen del recurso defensivo de la proyección. Por tanto, son más vulnerables a los ataques del maltratador que busca y precisa sujetos que encajen o contengan sus proyecciones (Dutton, D.G. y Golant, S.K., 1977).

+ 0 Aunque el porcentaje es bajo, esta configuración se halla más frecuentemente (6,9%) en nuestro grupo de estudio que en Soto. Es signo de introyección total (egocentrismo), es decir, de la tendencia del yo a incorporar un ersatz, algo que substituya al objeto primitivo con todas sus virtudes. Clínicamente aparece en los trastornos narcisistas, en especial en los casos de perversión (fetichismo, exhibicionismo, sadomasoquismo, etc.).

Conclusiones. Perfil szondiano de la mujer maltratada

Resumiendo los resultados observados en las configuraciones vectoriales podemos sacar, provisionalmente en la tabla 6, el perfil szondiano de la mujer maltratada que presenta la siguiente estructura:

Tabla 7. Perfil de personalidad de la mujer maltratada

S

P

Sch

C

h

s

e

hy

k

p

d

m

+

-

+

-

-

0

0

+

En este perfil observamos, en relación con el grupo normativo de Soto, aspectos coincidentes y aspectos diferenciales. Las coincidencias se dan en los factores h+, hy-, k-, y m+, que comentamos brevemente.

La tendencia h+ indica una búsqueda moderada de satisfacción erótica, deseo de unión y fusión. Es una reacción normativa mientras no sea acentuada (h+!), indicativa entonces de frustración sexual.

hy- es la reacción más frecuente en la población normal. Indica adhesión a los valores morales, pudor, conformismo, temor moderado del qué dirán. Funciona como barrera emocional en las personas que tienen dificultades para expresar sus afectos. Hipertensa (hy!) significa el miedo de expresar deseos por parte del individuo que reprime y se siente moralmente culpable.

k- es la tendencia a la negación, que se pone al servicio del principio de realidad. El yo dice no al placer inmediato, adaptándose a las exigencias de la realidad en detrimento de las del Ello. Exasperada (k-?) lleva al negativismo, al rechazo del mundo, de los demás y de la vida (reacción iconoclasta, nihilista y suicidaria, desarrollada al extremo en el enfermo catatónico).

m+ significa aferrarse, hacerse aceptar, buscar la seguridad. Puede considerarse una reacción normativa en el sentido de que el sujeto manifiesta en el factor m la necesidad primaria de algo que sea la base de su existencia. Este algo tiene que ver evidentemente con los primeros objetos investidos, en especial la madre y lo que ella representa, objeto básico, de apoyo. Objeto que es muy importante tener, porque contiene y sostiene. Acentuada (m+!) indica dependencia oral pasiva de un sujeto poco tolerante a las frustraciones. Ante el peligro de perder este objeto básico, puede que el sujeto -inseguro, frustrado, deprimido- sólo viva para mantenerlo a toda costa en detrimento de todos los demás objetos.

Los aspectos diferenciales de nuestro grupo de estudio se dan especialmente en el factor s del Vector Sexual y en el factor p del Vector del Yo. En el Vector Sexual, la suma de las configuraciones S + - y S + ± es de 57,7% contra 22,6% en Soto y 19,3% en Szondi, lo cual es característico, como vimos en el análisis de los resultados en el Vector S, de una personalidad pasiva, sumisa y en ciertos casos claramente masoquista. Nuestra conclusión apunta pues a que un número significativo de mujeres que han sido víctimas de maltrato en el transcurso de una relación afectiva estable presentan un patrón de personalidad caracterizado básicamente por el masoquismo. Este patrón se confirma a la vista de las reacciones del grupo de MM en el Vector del Yo y en el Vector de Contacto. En efecto, Soto Yárritu (1953, p. 235), a propósito del estudio de un caso clínico, señala que el síndrome primario del masoquismo viene dado de la siguiente manera: s-, d-, m+, k+, p+/0, es decir, pasividad, conservadurismo, dependencia, represión y negación. En el perfil de la MM de la tabla 6 aparecen precisamente 4 de estas 5 reacciones: s-, m+, k- , p0. En cuanto al factor d, la reacción 0 de nuestro grupo no está muy alejada del significado de d- (conservadurismo) ya que d0, al asociarse a m+, suele indicar que no existe tensión alguna en cuanto a la búsqueda de objeto.

Nuestra hipótesis, a la luz de estos resultados, es que este patrón de personalidad de la MM daría razón de la tendencia afectiva a elegir individuos violentos y agresivos. Se trata desde luego de un proceso inconsciente por el cual la mujer, que en su relación de pareja será maltratada con un porcentaje muy elevado de probabilidad, manifiesta una atracción por individuos sádicos, porque en ellos capta sus propias tendencias negadas (K-) y proyectadas (p-). En el PCE estas tendencias sádicas, negadas pero reales y activas, responsable en definitiva de una elección amorosa de consecuencias tan negativas, aparecen como posibilidad de existencia. El proceso psicológico, que debe analizarse en futuras investigaciones más detenidamente tanto teórica como empíricamente, se puede enunciar brevemente de la siguiente manera: el yo de la MM niega-proyecta unas tendencias que retornan del exterior en forma de atracción. Encontramos en un caso clínico de Szondi el argumento a favor de esta interpretación: La elección de su esposo perverso, sádico, está dirigida por el desplazamiento de esta figura existencial sádica escondida en su propio trasfondo psíquico. Ella escogió este sádico porque ella lleva en sí misma una figura existencial sádica asesina (citado por Legrand, 1979, p.183).

Epílogo a propósito del psicodiagnóstico szondiano

Nuestro trabajo de investigación, que continuamos actualmente y del que hemos dado un avance en este artículo, nos permite comprobar in vivo la complejidad de la psicología humana en materia de tropismos afectivos. El principio freudiano del continuo normal – patológico y del principio de cristal se nos manifiesta claramente en el diagnóstico szondiano. El quantum de elecciones personaliza dicho principio, mostrándonos como la estructura psíquica del ser humano es esencialmente incierta puesto que se constituye a partir de tendencias pulsionales, todas potencialmente mórbidas, presentes en cada uno de nosotros. Lo normal no es más que un equilibrio, una harmonía más o menos relativa e inestable entre distintas posibilidades patológicas. Del mismo modo, en sentido inverso, podemos decir que lo patológico se revela al quebrarse aquella harmonía.

Nuestra investigación, centrada en un grupo clínico de mujeres maltratadas, se ha propuesto descubrir el perfil medio de personalidad, característico de este grupo, sin negar por supuesto la individualidad existencial diferenciada, es decir, la probabilidad de que cada sujeto haya negociado su circunstancia vital de distinta forma, concretando una realidad única e irrepetible (perfil del grupo vs perfil individual).

La cuestión fundamental, en el contexto de nuestra investigación, ha sido la posibilidad de observar como una determinada problemática relacional –el maltrato en la relación de pareja- tiene que ver fundamentalmente con un peligro pulsional situado en el Vector S y con el Vector del Yo, que tiene el privilegio de elaborar las demás pulsiones, de una parte, mediante mecanismos de defensa, y de otra, produciendo la escisión pulsional según los procesos que conocemos: inflación (p+), introyección (k+), negación (k-) y proyección (p-).

Desde la óptica szondiana, la atracción y el rechazo, procesos fundamentales en la problemática conflictiva de la pareja en la que se produce maltrato, son obra del yo que asume e integra (k+), o rechaza y niega (k-). Como hemos constatado y comentado en el análisis de resultados, nuestra hipótesis es la siguiente:

El peligro pulsional de la MM es su alto grado de tendencia pasivomasoquista (S + -), que le mueve a rechazar en ella lo vital y el componente agresivo de su sexualidad. El yo que niega (k-) sería sin embargo el responsable final de la elección amorosa del compañero agresivo al escoger en el exterior aquello que niega e ignora en su interior.

Bibliografia

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c 1996-2000 Leo Berlips, JP Berlips & Jens Berlips, Slavick Shibayev